Amo a la mujer. Y soy mujer. Amo jugar a la mujer. Y siempre juego. El juego es el principio de lo inmenso. Y también el fin. Entre el antes y el después, la mujer. Ella dobla el viento. Ella lo existe. No duda. Y si duda lo merece. Es otro juego más. Otro don que da su paso. Otro escalón al juego.
Hoy me veo como el aroma de mi plato. Sí, sí. El mismo.
Se queman las tostadas.